En noviembre de 2014, se han unido las voces de dos comités de expertos en derechos humanos de la ONU, El Comité contra la Discriminación de la Mujer (CEDAW) y el de los Derechos del Niño, para denunciar las prácticas nocivas que se siguen perpetrando contra mujeres y niñas, e instar a los Estados a luchar contra ellas. Prácticas tales como la mutilación genital femenina, el matrimonio forzoso, los crímenes de honor, y la poligamia.
Los expertos aconsejan analizar estas prácticas desde la perspectiva de los derechos humanos, ya que con frecuencia, estos actos se siguen justificando invocando a costumbres y valores sociales o religiosos. Lo cierto es que son tradiciones estrechamente relacionadas con culturas patriarcales, donde las mujeres y las niñas se siguen considerando seres inferiores a los hombres o a los niños.
Por ello, emitieron un grupo de recomendaciones para que los Estados eviten esos actos que también incluyen las pruebas de virginidad, el infanticidio y las modificaciones corporales (como el engorde, el alargamiento del cuello y el planchado de los senos), así como que mujeres y niñas se sometan a la cirugía plástica para adaptarse a las normas sociales de belleza, algo cada vez más presente en países occidentales.
Se recuerda que los niños y las niñas deben ser protegidos de actividades que no aportan beneficio alguno a su salud, y que pueden causar graves perjuicios sobre su bienestar físico o mental.
Las recomendaciones instan a los Estados a cumplir con la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño, que contienen disposiciones según las cuales las prácticas nocivas constituyen violaciones de los derechos humanos y obliga a los Estados a tomar medidas para prevenirlas y eliminarlas
Violeta Neubauer, del Cedaw, comenta que “La prevención es vital y requiere el diseño de medidas encaminadas a cambiar las normas sociales existentes y las culturas patriarcales. Muy a menudo, los padres que deciden casar a su niña o están de acuerdo con la mutilación genital femenina lo hacen con la creencia de que están haciendo lo mejor para su hija en una determinada comunidad».
Para ello, para promover el cambio es necesario adoptar un enfoque global, donde las estrategias deban ser coordinadas a nivel local, regional y nacional y en todos los sectores, como la educación, la salud, la justicia, el bienestar social, la aplicación de la ley, la inmigración y el asilo, y que las comunidades, incluidas las autoridades tradicionales y religiosas, deben participar para cambiar las prácticas nocivas cometidas sobre mujeres y niñas.
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