El 8 de Noviembre se celebra el día internacional de la solidaridad intersex con motivo de la conmemoración del nacimiento de la persona intersex más famosa de la historia: Adélaïde Herculine Barbin (1838-1868). Asignada al sexo femenino en su nacimiento, tuvo que afrontar grandes dificultades para poder habitar su cuerpo. Poseía una vagina más corta de la “estándar”, un falo intermedio entre clítoris y pene, y dos testículos internos. Después de un examen médico, fue reasignada al sexo masculino, con el consiguiente escándalo, lo que le obligó a tener que abandonar su trabajo como maestra. Acabó suicidándose a los 30 años.
Es en el S.XIX cuando comienza a desarraigarse la teoría que explica la anatomía como una mezcla sexuada y se empieza a erigir (y a imponer) la teoría del dimorfismo sexual, actualmente imperante, a través de la cual se conciben dos sexos autoexcluyentes y codependientes. Como diría el filósofo Michel Foucault: “A cada uno su identidad sexual primera, profunda, determinada y determinante; los elementos del otro sexo que puedan aparecer tienen que ser accidentales, superficiales o, incluso, simplemente ilusorios” (Foucault, 1985, p.13). De esta manera, las realidades de personas que nacen con una condición intersexual quedarían desplazadas a lo anecdótico sino abocadas al registro de una “enfermedad rara”.
Sin duda, este no parece el marco idóneo para que una persona intersexual pueda visibilizarse como tal en su cotidianidad, en su día a día con su entorno más cercano. Aunque ha pasado mucho tiempo desde el fallecimiento de Herculine Barbin, aún se mantiene el afán por el ocultismo de esta realidad, el “mejor que nadie se entere”. No existen referentes públicos: ninguna persona del ámbito de la política, las artes, el deporte, etc… se ha nombrado visiblemente intersexual. Esto provoca que las personitas con un desarrollo sexual diverso (como se conoce esta condición en el ámbito sanitario) se enfrenten a un imaginario desértico en el que no hallan ninguna posibilidad para verse reflejadas ni desarrollarse como adultas. Si no veo lo que puedo ser, no podré ser.
La idea foucaultiana del “monstruo” acompaña a las personas intersexuales, que se siguen sintiendo intrusas en un sistema de clasificación binario de los sexos. Por ello, el día de la solidaridad intersex puede fomentar ese pellizco a la reflexión colectiva, al tipo de comunidad que forjamos entre todas, todos y todes. Las violencias derivadas de los binarismos sexogenéricos nos sacuden a toda la población. El manual del “buen cuerpo femenino/masculino” nos interpela a toda la sociedad, y nos hace daño. La solidaridad hacia los cuerpos intersex es, en realidad, la solidaridad hacia todos los cuerpos.
FOUCAULT, M. (1985). Herculine Barbin, llamada Alexina B. Madrid, Editorial Revolución.
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