Si fuéramos por la calle preguntando a la gente qué es lo que busca en sus relaciones sentimentales o de amistad habría mucha gente que diría “que me hagan reír”. Y es que humor y placer van cogiditos de la mano. Como sexóloga he podido comprobar que «el humor es un buen lubricante” porque con humor, todo entra mucho mejor. A través del humor podemos conseguir que las personas se interesen por lo que le estás diciendo o proponiendo (en clase, en consulta…), conecten contigo y eso les genere emociones, reflexiones, pensamientos… que después pueden generar cambios en su forma de vivir su sexualidad o de acompañar o hacer educación sexual.
El humor también puede ayudarnos a comunicar a nuestra pareja, a la persona que viene a terapia, al grupo con el que estemos haciendo educación sexual….pensamientos, opiniones o realidades que de otra forma no lo haríamos. Por ejemplo es más fácil decirle a tu pareja que deje de darle al botón (al clítoris) y explicarle cómo debería de hacerlo para que tú disfrutes más entre risas, que dándole una master class de masturbación. La otra persona sin ser esa tu intención, puede sentirse mal o puedes dañar su “amante_autoestima”. Compartir una tarde de risas con tu pareja puede estar a la altura de un orgasmo, por lo menos, en el cerebro se liberan las mismas sustancias. ¿Y si juntamos relaciones eróticas con risa nerviosa por encima? ¡Placer por doquier! Si es que además lo bueno del humor es que no pierde jamás su sex-appeal, si tu pareja te hace reír lo seguirá haciendo y como humor y placer saben a beso, ¡pues eso!
Hay que tener en cuenta la diferencia de género que existe en como aprendemos a comunicarnos las personas que nos identificamos como mujeres que lo que se identifican como hombres y en el uso del humor también existe la brecha de género. Los hombres pueden hacer bromas a sus parejas mujeres, que no les hagan ni pizca de gracia y viceversa. Una de las razones es porque el humor es referencial y nuestros referentes son desiguales: nosotras desde el ámbito privado (crianza, cuidados, lo doméstico…) y ellos desde lo público (política, fútbol, finanzas…) Y esto se convierte en que como grupo, no nos reímos de los mismos temas. Otra de las razones es la unión del humor y poder. A veces tomar el pelo, bromear puede ser un ejercicio sanísimo y liberador en relaciones de pareja sin embargo, hay quienes pueden usarlo para establecer relaciones desiguales de dominación. En consulta tenemos que hacer un ejercicio de “abrir los ojos” a esas personas que con sus bromas están haciendo sentir a sus parejas vulnerables o incómodas. Muchas de esas bromas suelen estar dirigidas a sus cuerpos, poner en duda su inteligencia y sus capacidades…
Si es que las mujeres hemos sido más bien objeto de burla más que sujeto, y esto ha generado una desigualdad también en términos humorísticos. El patriarcado también ha decidido que las mujeres alegres, risueñas y divertidas es mejor meterlas en un cajón. Menos mal que somos unas supervivientes y hemos aprendido a reírnos de nuestras desgracias, de nuestra posición en el mundo y de nosotras mismas y hacer de esto un acto de rebeldía. Mis experiencias como mujer, payasa y sexóloga, me han permitido aprender a reír con los demás desde mi propia vulnerabilidad tras un largo camino de auto-conocimiento que no para. El trabajo con personas que necesitan tu ayuda es algo muy serio pero como dice Virginia Imaz, una payasa a la que admiro mucho, hay que desdramatizar con el humor lo cotidiano. Y así hago en el escenario, en terapia, cuando hago talleres de educación sexual y en mi vida personal. Está claro que el humor hace que nos sintamos bien ¿y acaso no es lo que tenemos que conseguir con las personas que trabajamos?
Si te interesa este tema, te animamos a apuntarte al taller “Haciendo el Humor”, que se celebrará los próximos 12 y 13 de Mayo de 2017. ¡Animate!
NÚRIA CANO. SEXÓLOGA