En un artículo anterior, terminaba con la siguiente pregunta dirigida a los hombres cis heterosexuales: ¿Qué pasaría si vuestras parejas empezaran a pedir lo que les gusta? ¿Si dijeran que esto sí, o esto no? ¿O mejor así, o mejor de esta otra manera?
Sé que muchos saldrían ganando con esta situación: mejoraría su comunicación e intimidad en pareja, ampliarían sus conocimientos eróticos, mejoraría su autoestima como amantes y su autoestima corporal, su pareja tendría mayor deseo de tener encuentros eróticos, etc.
Pero, ¿por qué cuando esto ocurre, cuando algunas mujeres son capaces de manifestar sus deseos a su pareja masculina, cuando les ponen límites, cuando intentan enseñarles lo que les gusta, a veces la reacción de algunas parejas no es la esperada?
He aquí alguna de las frases que se escuchan a veces en la consulta de sexología:
“Tu dolor es una excusa para no tener relaciones sexuales conmigo” (él)
“No quiero que se sienta mal si le digo que me gusta más cómo me hace el sexo oral que cómo me masturba” (ella)
“Cuando le digo que no me apetece, me deja de hablar dos días” (ella)
Qué difícil en este panorama conseguir que ellas pidan, pongan límites o expresen sus deseos. Todavía mucho peor si te da miedo que tu pareja vaya a reaccionar con algún tipo de manipulación, chantaje o maltrato psicológico (más habitual de lo que nos imaginamos. En este sentido, recomiendo la lectura del fanzine “Quítame la culpa” de Cristina Lizarraga.
Me pregunto qué hay detrás de esa reacción.
¿Inseguridad como amante?
Muchos hombres han sido educados en una idea de masculinidad que hace que les sea difícil mostrar (o aceptar) que no saben hacer tal o cual cosa super bien. A algunos les resulta intimidante que el Satisfayer le de más gusto al clítoris de su novia que ellos mismos. ¿Podría ser que, efectivamente, le de más gusto? ¡Podría ser! Pero como todo en la vida, la cuestión es ponerse, tener una buena actitud, un deseo de aprender, respetar y preguntar y escuchar, y a base de practicar y dejarse guiar… muchos hombres mejoran sus cualidades como amantes, creéme.
¿Egoísmo puro y duro?
Tu sexualidad es importante, está claro. Pero si la compartes con otra/s persona/s en ese momento, la tuya es igual de importante que la del resto. No es cuestión de ganar o perder ¡Lo importante es participar! Pero nada, otra vez la masculinidad (tóxica) diciéndote que no, que tú has ido a ese encuentro sexual a rematar la faena como los toreros. Y tú lo que quieres es meterla. Pero ¿y si ella no quiere eso? ¿Y si le duele la penetración? ¿Y si al inicio del encuentro sexual quería, pero ya no? ¿Qué? La respuesta correcta es respetar, no forzar.
Tampoco es correcto insistir o manipular, que ella se sienta mal y que termine “dejándose” para que tú consigas meterla y salir por la puerta grande. ¿Esto cómo se llamaría? (ver cortometraje “Soy ordinaria”, que ilustra muy bien lo que digo).
¿Qué consecuencias tiene esta manera de relacionarse para ella? Se me ocurren: vaginismo, dispareunia (dolor en la penetración), problemas de deseo, deterioro de la relación de pareja, rechazo hacia él, rechazo hacia ella misma, rechazo a la sexualidad en general…
¿Y para él…?
Ojalá este 2022 consigamos unas relaciones sexuales igualitarias, deseadas, consensuadas, respetadas y placenteras. Eso sí sería ganar, pero ahí ganaríamos todes.
Somos un centro especializado en sexología y pareja. Estamos en el centro de Madrid. Somos un equipo formado por sexólogas y sexólogos, y especializado en la orientación, el apoyo el asesoramiento sexológico y la terapia a personas con problemas sexuales o afectivos. Si deseas más información, contacta con nosotras.
Bibliografía y webgrafía del artículo:
- Fanzine “Quítame la culpa”, autora: Cristina Lizarraga. Editorial: Pikara.2020.
- Cortometraje “Soy ordinaria”, de Chloé Fontaine, 2017.
