Con frecuencia se habla de la “sexualidad de la mujer durante el embarazo” o del «deseo sexual de la mujer durante el embarazo», para hacer referencia a las posturas coitales que estas mujeres y sus parejas (parejas heterosexuales) pueden llevar a cabo durante el embarazo. Hoy nos gustaría dedicar unos breves apuntes a otros temas que también tienen que ver (y mucho), con la sexualidad en la etapa de gestación de la mujer (o de una de las mujeres) de la pareja (si es que hay pareja).
Un primer punto a tener en cuenta es que ciertos síntomas del embarazo pueden disminuir las ganas de un encuentro coital, o incluso las ganas de una masturbación en solitario. Las nauseas, el mal cuerpo, el cansancio, el sueño a horas intempestivas, la sensación de pesadez, y otras posibles molestias que a veces acompañan al embarazo, en ocasiones disminuyen el deseo genital, el más dirigido a la excitación y al orgasmo.
Si esto sucede, conviene que la mujer no se presione, ya sabemos que el deseo varía a lo largo de la vida, y en distintas etapas se presenta de forma distinta. Además de gestar y trabajar (ya sea en casa o fuera de casa), la idea de “tener que mantener el deseo” en un estado similar al que existía antes de la concepción puede agobiar a muchas mujeres. No faltan los artículos dirigidos a embarazadas que aconsejan a la mujer que “haga el amor” (es decir, que practique el coito, con una pareja que se presupone masculina), y eso está muy bien siempre que sea la apetencia de la mujer que lee dicho consejo, pero puede abrumar a otras cuyo estado físico o mental anda por otros derroteros en ese momento.
Sin embargo, merece la pena recordar que esto no se produce en todas las mujeres, ni de la misma manera. En ocasiones, el deseo genital se mantiene intacto e incluso se incrementa. Algunas mujeres se encuentran especialmente atractivas en esta etapa, o más contentas de lo habitual, lo cual puede producir un efecto positivo sobre el deseo. Otras sienten que su deseo varía en función del trimestre en que se encuentren.
Pero lo que agradecen las mujeres embarazadas, en muchos casos también tiene que ver con la sexualidad no genital. Los besos, los abrazos, las caricias… los mimos. Y por supuesto, las atenciones. Un masaje en una espalda dolorida, o en unas piernas cansadas e hinchadas, una comida preparada especialmente para favorecer el apetito cuando aparecen las nauseas, el contacto físico y las palabras que recuerden que el cuerpo de la mujer sigue siendo atractivo a pesar de los muchos cambios que experimenta, repartir las tareas para liberarla de parte del trabajo en casa, los espacios reservados para realizar actividades agradables con la pareja (pasear, charlar…), todo ello favorece el deseo de contacto físico en general, y por supuesto, también puede facilitar el deseo genital. Y, lógicamente, mejora la cohesión y la armonía en la pareja.
Frecuentemente, mencionamos que la sexualidad y el deseo implican muchos factores que van más allá de lo que comúnmente se conoce como “preliminares”. Para muchas personas, los encuentros eróticos tienen sentido en un contexto determinado, donde exista un buen ambiente y una relación fluida y agradable, donde ambas personas sientan que se comunican y que existe intimidad y un buen trato mutuo. Y donde ambas se sientan atractivas para el otro, o la otra… Sin estas condiciones, para muchas personas es imposible desear. Y esto es totalmente válido también para la etapa en que la mujer (o una de las mujeres) de la pareja está embarazada.
Y por último, merece la pena señalar que muchas mujeres afrontan en solitario la gestación, a veces por decisión propia y a veces por otros motivos. Y que muchas de ellas también mantienen una sexualidad activa, por medio de la masturbación, de automasajes… o de encuentros con compañeras o compañeros ocasionales. Para muchas de estas mujeres, las expresiones eróticas son fuente de placer, de relajación, y de armonía, de la misma forma que pueden serlo para las mujeres no gestantes y que tienen pareja estable.
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