Diferencias en el modelo relacional

Cuando una persona quiere “abrir” la relación y la otra no quiere…

A menudo llegan a terapia parejas que tienen diferentes deseos en cuanto al modelo relacional. Es habitual últimamente el desencuentro de que una de las personas de la pareja quiera una relación monógama y la otra parte quiera una relación no monógama. Esto puede pasar tanto en relaciones que están empezando, como en relaciones que llevan ya un tiempo siendo monógamas y una de las partes siente el deseo de empezar a relacionarse de otra manera.

Estas parejas a veces llegan a consulta esperando encontrar la manera de que la persona monógama deje de sufrir e integre la no monogamia. Evidentemente, existen recursos y formas de trabajar los celos y otras dificultades que puedan surgir en relaciones no monógamas. Pero lo cierto es que las terapeutas no tenemos una varita mágica que cambie los deseos relacionales de la gente.

Forzar a tu pareja a estar en un modelo relacional que no desea, no funciona

Las relaciones no monógamas consensuadas parten de la base de que todas las personas implicadas elijan de forma libre estar en ellas. Es decir, para que una relación no monógama funcione, tenemos que desear estar en esa relación. O al menos que nos encaje el modelo en teoría y estar dispuestas a intentarlo en la práctica.

A veces puede pasar que a una de las personas sí le encaja verse con más gente y a la otra no, pero no le parece mal que su pareja lo haga. A este tipo de acuerdos se les ha llamado “relaciones monopoly”, por lo de que una de las personas es mono (monógama) y la otra poli (poliamorosa). Pero estamos en el mismo escenario, este tipo de relaciones funcionan si ambas personas están a gusto en ese modelo y dispuestas a acompañar y cuidar la vivencia de su pareja. Por supuesto, no significa que no haya dificultades o celos, sino que sean abarcables porque queremos ese modelo relacional.

Lo que no suele funcionar es ceder a un modelo relacional que no queremos porque en caso contrario, nuestra pareja nos va a dejar. O que una de las personas decida de forma unilateral empezar a verse con más gente, aunque la otra no esté cómoda. O, en definitiva, estar en un modelo que no queremos por coacciones de cualquier tipo. Cuando una de las partes de una pareja “fuerza” a la otra a tener una relación no monógama, no suele salir bien. Si la otra persona sufre, tiene claro que su modelo relacional es la monogamia y que no puede soportar que su pareja esté con otra gente, habitualmente hay poco que se pueda hacer con ello. La terapia no convierte a personas monógamas en no monógamas.

De igual manera sucede con personas no monógamas que se fuerzan (o son forzadas) a estar en relaciones monógamas sin realmente desearlo. Esto puede hacerse funcionar un tiempo, pero cuando el modelo relacional en el que estamos nos aprieta, termina siendo difícil de sostener. Para una persona no monógama es difícil estar en una relación monógama de forma indefinida. Además, entra en juego la presión social desde la monogamia con la idea de que la persona no monógama es la que se está cargando la relación por querer estar con otras personas. Esto puede hacer sentir una culpa tremenda y podemos caer en intentar apagar esa culpa adaptándonos a una relación monógama que no queremos. Se puede dialogar, informar e intentar buscar soluciones, a veces se podrán encontrar acuerdos que sirvan. Pero otras veces, forzar la situación cuando no se quiere lo mismo resulta doloroso.

Podemos trabajar con la situación siempre y cuando las personas implicadas quieran estar en relaciones similares. Pero muchas veces no hay herramienta ni negociación que valga si a alguna de las personas no le encaja el modelo. Dialogar y buscar soluciones siempre es bueno. Pero, por desgracia, no siempre se pueden compaginar los deseos relacionales. Empujar a tu pareja a un modelo relacional que no quiere, no suele salir bien. En ocasiones, habrá que aceptar que la mejor forma de querernos es no hacernos daño, aunque eso implique una ruptura o una transformación de la relación en otra cosa. A veces será necesario reformular, hacer una transición en el vínculo, o directamente, dejar la relación. Porque, en ocasiones, dejar las relaciones con cariño es una forma de cuidar a la otra persona y a nosotras mismas.

Pero antes de que ese momento llegue, leer sobre el tema, conocer y hablar con otras personas no monógamas y buscar nuevas herramientas de negociación y diálogo, pueden ser buenas opciones para indagar en otras formas de relacionarnos y llegar a puntos en común.

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