El enamoramiento es un estado transitorio, con fecha de caducidad, que se caracteriza por la sensación de fascinación y euforia ante otra persona, el objeto de ese amor. Se trata de una sensación muy potente, que a nivel cerebral se fundamenta en la activación del sistema límbico, área de las emociones por excelencia, y concretamente de una zona que se suele llamar el área de la recompensa (núcleo Accumbens).
Este núcleo funciona con un neurotransmisor llamado Dopamina, y es una zona asociada a la sensación de placer. En definitiva, su activación está asociada a sensaciones de gran bienestar. Algunos autores han llegado a conceptualizar el sentimiento de enamoramiento como un “estado de locura transitoria”.
Hay algunos rasgos que nos atraen más que otros…
Hay evidencias parecen apuntar a que tenemos más probabilidad de enamorarnos de unas personas más que de otras, en función de algunas características. Por ejemplo, es importante que la persona nos resulte atractiva físicamente. De hecho, la atracción física es lo primero que suele captar nuestra atención hacia una persona. También nos atraen más aquellas personas con actitudes y opiniones similares a las nuestras en aspectos que consideramos importantes. Si tenemos en cuenta la personalidad, algunas investigaciones realizadas (Lydon et al., 1988) muestran que hay rasgos más valorados que otros. Parece que aquellas personas más afectuosas, sonrientes, expresivas, con habilidades sociales y con capacidad para mantener una conversación interesante son personas con más probabilidad para despertar sentimientos de atracción.
No obstante, sentir química o enamorarse es algo muy personal. No siempre se vive de la misma forma. No todas las personas llegan a consolidar una relación pasando por la euforia o la fascinación. A veces puede llegarse al amor, la intimidad y el compromiso con otro sin pasar por esta vivencia de enamoramiento, sino desde una vivencia más tranquila, pero no por eso menos interesante y plena.
Las fases del amor
Pero el enamoramiento no es un sentimiento eterno, sino que tiene su fecha de caducidad. Cuando finaliza esta etapa, deja paso o al amor o a la ruptura, pues hay personas que dejan de sentir interés en el otro fuera del enamoramiento.
Aquellas parejas que sobrepasan la barrera del enamoramiento, dan paso a una relación amorosa donde cobran importancia otros aspectos como la intimidad, la confianza y el compromiso. Por supuesto, el fin de la fase de enamoramiento no significa el fin de la pasión, ni de la felicidad, pero sí que es cierto que se trata de un periodo distinto en el que, para que la relación funcione y siga siendo gratificante, hay que esforzarse más. Muchas parejas acuden a una terapia de pareja justamente por este motivo: pasada la franja del enamoramiento, han comenzado a tener problemas que antes no tenían, y buscan ayuda en ese momento.
La fase de enamoramiento puede durar entre un año o dos, pero hay situaciones que pueden hacer que se acorte y finalice antes. Por ejemplo, la convivencia, o un algún suceso que haga madurar la relación potenciando que los miembros de la pareja se conozcan más rápido, aceleran en fin de esta fase.
Algunos factores que pueden hacer que esta química se apague, son:
Dejar de cuidar la relación. Por mi trabajo con parejas, veo con frecuencia que las personas se esfuerzan en ser muy seductoras en los inicios de las relaciones, con el objetivo de conquistar al otro, pero que una vez consolidada la relación se abandona esta actitud. Todo lo que se hace para seducir (tener detalles, cuidar al otro, dedicar tiempo, piropear, decirle cosas bonitas…) suele ser muy reforzante y causa mucha satisfacción en el otro. Por eso, no hay que dejar de tener en cuenta estas cosas si seguimos amando a nuestras parejas, pues son aspectos que ayudan a mantener el amor y la satisfacción una vez pasada la fase de enamoramiento.
Centrarlo todo en la relación o en la otra persona. Resulta enriquecedor que cada persona siga teniendo una vida aparte de la relación y de la pareja, que siga cultivando sus relaciones, hobbies, aficiones y actividades. Una persona realizada también fuera de la pareja tiene más cosas que aportar a la relación y por tanto esta seguirá siendo algo interesante.
Dejar de cuidar el tiempo como pareja.
Dejar de cuidar la intimidad y dejar de tocarse “porque sí”. Es importante tener claro que no todo contacto físico tiene que perseguir el terminar en una relación sexual con penetración. Dejar de tocarse por el mero hecho de achucharse, de estar cerca, de acariciarse, sin más pretensión que esa, empobrece la intimidad.
Dejar de hacer cosas divertidas con el otro.
Por tanto, si tu relación te importa cuida tu pareja y la relación que mantienes con ella, deja espacio para otras relaciones, hobbies y aficiones que te produzcan satisfacción, sigue siendo una persona seductora. Piensa en todas aquellas cosas que te hacían feliz en las primeras fases de tu relación con esa persona ¿porqué has dejado de hacer algunas de las cosas que te producían satisfacción?.
Todos estos aspectos son importantes independientemente del tipo de relación de pareja (convencional o de no monogamia), o del sexo de sus miembros (relaciones gais, lesbianas o heterosexuales).
En nuestro centro, ayudamos a parejas con dificultades en su relación. Si os encontráis en una relación insatisfactoria, Llámanos. Nos gustaría ayudaros a encontrar soluciones.
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