La mayoría de hombres* que llegáis a la consulta de sexología con una dificultad de erección, sentís que no encajáis en este marco normativo en el que se ha construido la sexualidad. Llegáis pensando que existe una única manera de vivir la sexualidad, y ese es el mayor problema.
Muchas veces venís sin haberle contado a nadie que tenéis esa dificultad. Es curioso que en una sociedad donde la sexualidad está por todas partes, hablar del sexo real y sus problemas, sea un tabú. El patriarcado tiene para todes.
La mayoría de hombres habéis crecido hablando de sexualidad entre bromas, compartiendo más la cantidad que la calidad de los encuentros sexuales, y tratando de disimular entre amigos, si estabais viviendo una dificultad, miedo o inseguridad relacionada con el sexo. Os pregunto:
¿Cuántas veces habéis hablado de que: “me lié con tal y con cual”?
¿Cuántas veces habéis contado que en el momento de la penetración se os baja?
¿Cuántas veces habéis compartido esa sensación de querer salir corriendo de una casa?
¿Habéis hablado de cómo os sentís cuando os pasa?
Me da pena ser la primera persona a la que le contáis esto. Me encantaría que pudierais hablar de esto entre vosotros. Os ayudaría a daros cuenta de que es algo bastante común. Quizás saber que les pasa a otros, que no eres el único, puede ayudar a desmontar el sistema que os oprime. Pero entiendo que es difícil salir del armario del patriarcado, que la presión está ahí, y que ninguno quiere destacar en el grupo, por no cumplir con lo que se espera de él fuera y dentro de la cama.
Y aquí es donde viene el lío. Porque la solución no es tomarse la pastilla azul. La solución pasa por perder el miedo a que vuelva a ocurrir, y para ello hay que exponerse a:
– Decirle a alguien que te gusta, que esto te pasa las primeras veces.
– Mostrar tu vulnerabilidad, inseguridad y tu miedo a alguien que te importa.
– Asumir que tu pene no puede ser el protagonista del encuentro sexual.
– Aceptar que hay vida más allá de la penetración.
Y hoy en día, para un hombre, según hemos construido la masculinidad hegemónica, es realmente difícil.
Sin embargo, cuántos hombres sienten alivio cuando empiezan a entender que su calidad como amante no depende de la dureza de su pene, que su masculinidad no es menos válida por no ser un macho man, y cuando les digo que no son los únicos a los que les pasa esto.
Como sexóloga feminista pienso: ¡benditos gatillazos! Me parecen una buenísima oportunidad para que algunos hombres os reveléis contra el patriarcado.
Ojalá en un futuro, vosotros seáis la norma.
*En todo el artículo cuando hable de hombres, me referiré a hombres cisgénero. Aquellos que se sienten identificados con el sexo que se les asignó al nacer.
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