Este es el lema con el que Kaleidos, asociación intersex estatal, abrió su primer encuentro presencial en Valencia, en el año 2019.
Pero, ¿a qué «i» se refieren? ¿Y por qué está saliendo del armario?
Seguro que a muchas personas les sorprende cómo ha crecido el acrónimo arcoíris los últimos años; LGT…B….I…A…Q….+. Pareciera que el colectivo ha ido evolucionando, integrando nuevas disidencias sexogenéricas. La i representa a las intersexualidades, aquellas características corporales con las que nacen parte de la población y que no encajan fácilmente en las categorías tradicionales de lo se comprende por un cuerpo de mujer o de hombre. Hablaríamos, para entendernos, de bebés con una vulva y un cariotipo genético 46XY (asociado mayoritariamente quienes se identifican como hombres) o testículos internos alojados en las ingles, criaturas que menstrúan y tienen pene, etc. Estos son sólo varios ejemplos de las múltiples posibilidades que incluye el abanico intersex, tan amplio como todas las combinaciones imaginables que puedan darse entre los diferentes genitales, gónadas, cariotipos genéticos y funcionamientos del sistema endocrino (hormonas). Antiguamente, se les conocía por “hermafroditas”, término que quedó obsoleto a partir de 2006, tras la redacción del Consenso de Chicago.
Las intersexualidades no son una orientación sexoafectiva. Hay personas con cuerpos diversos que son homosexuales, bisexuales, heterosexuales, asexuales, etc. Tampoco son una identidad de género. Existen mujeres, hombres y personas que se reconocen en el espectro de género no binario. Los individuos intersex pueden ser cis o trans dependiendo de si se sienten identificados con el género asignado al nacer o no.
Aunque han recibido múltiples bautismos desde la medicina, tampoco son una enfermedad. Sólo algunas variantes muy específicas pueden implicar complicaciones clínicas. Antiguamente, muchas personas nacían, crecían y morían sin saber que eran intersexuales.
Sin embargo, bajo el apelativo de “síndrome”, “anomalía” o “trastorno”, la medicina modifica sus cuerpos para hacerlos encajar en la norma binaria de los sexos. Esto se traduce la práctica de ablaciones de clítoris “demasiado grandes”, gonadectomías (extracción de testículos u ovarios), intervenciones hormonales,…motivadas con el fin de eliminar aquellos elementos que se interpretan como contradictorios. Estas actuaciones se ejecutan, a menudo, siendo la persona menor de edad, es decir, sin su consentimiento. Siguiendo el legado del psicólogo John Money, perdura la premisa de la urgencia. Cuanto antes se apliquen estas fórmulas normalizadoras, mayor probabilidad de que la criatura no sea consciente de dichas modificaciones y pueda vivir como cualquier otro sujeto. Así, junto a la prescripción de vaginoplastias o extracción de testículos, también se pauta a familiares que restrinjan la comunicación de la información clínica a toda persona ajena a la familia, incluso, a la propia personita. Como lleva por título el cortometraje de Laura Vila y Mer Gómez (activistas intersex), “se receta silencio”.
Sin embargo, los testimonios de las personas intersex confiman que los silencios tienen fecha de caducidad y acaban rompiéndose. A menudo, esto genera una crisis en el núcleo familiar que debe deconstruir la idoneidad de todo un arsenal de estrategias desarrolladas para proteger a uno de sus miembros. Dicha deconstrucción obliga también a explorar relatos alternativos a la consigna médica.
A la falta de consentimiento o a la pauta de ocultamiento les acompañan otras prácticas médicas lacerantes para el colectivo intersex. En ocasiones se realiza un diagnóstico médico ambivalente, se exhibe el cuerpo de la criatura en consulta frente a numeroses estudiantes de medicina, se utiliza un lenguaje patologizante sobre su anatomía obligándola a adoptar un rol de paciente (pasivo), no se ofrecen recursos alternativos (no clínicos) ni se deriva a grupos de ayuda de familiares y personas intersex. Hoy por hoy, se ratifica la necesidad de formación sobre DSD (Diferencias del Desarrollo Sexual) que exige parte de la comunidad médica interesada en desarrollar buenas prácticas en este ámbito específico.
Las intersexualidades tampoco son un tercer sexo. Algunos países han planteado la posibilidad de incluir una tercera casilla para registrar el sexo de la persona intersex en su documento de identidad. Desde el colectivo, se recibe este tipo de iniciativas con suspicacias pues se conciben como medidas estigmatizantes. Ya Gregorio Marañón, en los años 30 del siglo XX, hablaba de la diferenciación sexual como un continuo entre dos polos en el que nos ubicamos todas las personas. La naturaleza sexual humana es diversa, también lo es en otras muchas especies. Ahora mismo, las personas que se denominan intersex son las que se hallan justo en el medio, entre los polos masculino y femenino y, por este motivo, reciben unas violencias específicas que no sufre el resto de población. Una solución alternativa que podría plantearse, no sólo para las personas intersex sino para cualquier recién nacida, es la asignación provisional del sexo en los registros oficiales.
Habrá quien se pregunte: si no son una orientación sexual ni una identidad de género, ¿por qué se incluyeron las intersexualidades en el acrónimo LGTBIAQ+?
Existe un denominador común en el acrónimo y es la opresión que se recibe por no seguir la (endo)cisheteronorma. Las intersexualidades, además, son la dinamita que explosiona los pares binarios de hombre/mujer, heterosexual/homosexual, cis/trans.
Desde el plano más biológico, la sociedad se cimenta sobre un sistema de división jerárquica según categorías que son construidas socialmente. Las intersexualidades nos recuerdan que las personas poseemos caracteres físicos diversos y ponen en jaque la matriz heterosexual de la que habla l* filósof* Judith Butler según la cual, si naces con un sexo determinado, debes identificarte con un género concreto y desarrollar un deseo y una erótica en sintonía con ese género (basado en esquemas heterocentrados).
Las intersexualidades le deben mucho al acrónimo LGTBIAQ+. La alianza con esta comunidad les permite abrazar su diversidad corporal desde la aceptación, generando un sentimiento de orgullo y pertenencia. También les permite habitar nuevos espacios, haciendo tambalear los binarismos sexogenéricos. A muchas de estas personas, la inclusión en el colectivo les ha ayudado a salir del armario.
¿Conoces el dicho “conoces a más personas intersexuales que pelirrojas”? La prevalencia de personas intersexuales, según la ficha de las Naciones Unidas de 2018, es de entre un 0,5 y un 1,7% (considerando sólo datos de personas con trayectorias medicalizadas o incluso intervenidas quirúrgicamente).
Si casi un 2 % de la población posee una condición intersex y apenas conoces a nadie de tu entorno o del espacio público visible, puedes imaginarte las dimensiones del armario del que está tratando salir la letra i. La patologización de su condición por el sistema médico no ayuda a romperlo porque la enfermedad actúa como un candado. La frase “nadie le va contando a la gente su historial médico, eso es privado” es la llave que lo cierra.
Afortunadamente, cada vez son más las voces que se rebelan contra la patologización intersex y luchan por romper ese armario.
Este MADO 2022, en la manifestación del Orgullo en Madrid, se van a reunir gran parte del colectivo procedentes de toda la geografía española. Si les ves, anímate a hablar con elles y a compartir la celebración a su lado.
Recuerda que desde el activismo se sugieren algunas recomendaciones básicas a tener en cuenta si coincides o te relacionas con una persona intersex:
- Respeta la información que quiera darte. No siempre van a tener ganas de contar su historia o de hacer pedagogía sobre la i.
- Si tienes dudas sobre qué pronombre utilizar: como harías con cualquier otra persona, escúchala y, si te quedan dudas, pregúntaselo de manera respetuosa.
- Recuerda que todas las personas somos diversas tanto psíquica como físicamente (TÚ incluida/o/e!!).
- En general: evita las bromas o comentarios ofensivos sobre el tamaño de los genitales, la apariencia física de alguien y no hagas atribuciones “normalizadoras” sobre su cuerpo (no todas las personas somos fértiles) como tampoco debieras hacerlo sobre su orientación sexual o identidad de género.
Si has llegado hasta aquí, desde el equipo que componemos Lasexología.com te estamos muy agradecides por el interés hacia esta realidad tan desconocida y nos ponemos a tu disposición para resolver o aclarar cualquier duda.
Un abrazo kaleidoscópico y ¡Feliz Orgullo!